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La polinización es un proceso fundamental para la vida. Casi el 90% de las especies de plantas con flores silvestres y el 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen de los polinizadores, y entre ellos las abejas son quizá los más importantes.

Así las abejas contribuyen a la seguridad alimentaria y son clave para conservar la biodiversidad.

A pesar de esto, las abejas como el resto de los insectos polinizadores se encuentran gravemente amenazadas por las prácticas agrícolas intensivas, el cambio en el uso de la tierra, el monocultivo, los pesticidas y las temperaturas más altas asociadas con el cambio climático.

Por este motivo es imprescindible actuar para salvaguardar tanto a las abejas como animales imprescindibles para la vida, como al apicultor tradicional como garante de buenas prácticas, ya que de ambos depende en muy buena parte también de nuestra economía.

Si de las abejas depende en buena parte la Diversidad Biológica del Planeta, de ésta dependemos nosotros directamente, para nutrirnos de materias primas, agua, energía, alimento, medicamentos, etc. No obstante, la relación del ser humano con el Planeta es cada vez más dañina para este, provocando desequilibrios que nos afectan a la humanidad directamente, como la generación del COVID-19 y otras pandemias, difíciles de parar sino cambiamos drásticamente nuestra forma de explotar y consumir el Planeta.

Por estos motivos y bajo el lema “Nuestras soluciones están en la naturaleza“, se enfatiza la esperanza, la solidaridad y la importancia de trabajar juntos a todos los niveles para construir un futuro de vida en armonía con la naturaleza, y desde Naciones Unidas se declaran estos Días Internacionales de gran importancia para la vida en el Planeta y para la humanidad.